En un hotel lindante al Dubrovnik y en un gacebo sobre la calle Buenos Aires esperan los parientes de las personas que quedaron atrapadas tras el derrumbe, mientras se aferran a cualquier buena noticia de los rescatistas.
Enviado Especial
Cerca de 20 personas ocupan el hall central del Medamar Spa al aguardo de que alguien les diga algo. Son los familiares de las personas que están desaparecidas y que se las cree, ya sin margen de error, sepultadas por las toneladas de escombros del Hotel Dubrovnik. “No se tienen que dejar llevar por los medios, porque ustedes siempre van a ser los primeros en enterarse de si hay alguna novedad”, les dice un hombre que no viste uniforme pero parece ser bombero.
La espera por información certera que nunca llega es angustiante y el rumor de la colocación de una carpa en un sector de la búsqueda despierta la ansiedad, por lo que es necesaria una reunión en uno de los gacebos montados en la avenida Buenos Aires, a la vuelta de donde ocurrió el derrumbe en la madrugada de martes. Allí deben estar mezclados los parientes de Mariano Troiano, Juan Ezequiel Matu, Martín Chapsman (el primero de Batán, los otros dos de Mar del Plata), Javier Gutiérrez, Nahuel Stepanic, Dana Desimone y la exdueña del hotel, María Rosa Stepanic. Todos escuchan atentos las indicaciones de cómo evoluciona el operativo de búsqueda y rescate.
“Por la información que pudimos recoger creemos que la mayoría de las personas que están atrapadas estaban entre el segundo y el tercer piso. Bueno ya falta muy poco para llegar a ese nivel. Hay que tener paciencia No se dejen llevar por lo que dicen los medios”, insiste el hombre con voz pausada.
La carpa que se colocó sobre los escombros tenía por propósito dar sombra en un punto de interés estratégico, ya que la tarea se focaliza en algunos sectores de la gran cantidad de rocas y mampostería. “Hay que ser muy cuidadosos al mover los restos y por eso se puede ver a la grúa trabajar muy lentamente”, agrega.
LA CAPITAL logró acceder a la zona de operaciones y observó cómo se trabaja, aunque bajo la condición de no tomar imágenes tan cercana. Las cuadrillas de bomberos y rescatistas se alternan con turnos de 1 hora debido al calor. Los trozos que no representan riesgo de colapsos se retiran y luego se seleccionan las piezas más grandes para ser removidas con la grúa. Palas mecánicas cargan los escombros y los llevan hasta los camiones municipales que esperan en la esquina. “Cargamos solo 6 metros cuadrados y nos vamos hasta el corralón de la calle 113, donde descargamos”, dijo uno de los choferes. De a 6 metros cuadrados la pila no da la impresión de achicarse nunca, pero es el trabajo de “hormiga” que hay que hacer.
Mientras tanto, desfilan por otro costado del derrumbe los “anaranjados” que son bomberos de la Policía Federal especializados en rescate, con sus arneses, máscaras y elementos de agarre, junto a perros H -rastreadores humanos. Los “rojos”, en tanto, son los integrantes de la Brigada USAR 2 de Junio de Ituzaingó, que montaron su puesto de comando en un viejo estacionamiento abandonado de calle 102 y Buenos Aires. Y los “azules” que son bomberos de cualquiera de las decenas de destacamentos que se acercaron a la “Zona 0”.
Se estima que durante todo este miércoles continuará la extracción de escombros para alcanzar niveles de “interés”, porque ya se estarían reconociendo estructuras de los pisos 4 y 5. En las horas siguientes se llegará a la “altura” en la cual podrían estar las víctimas atrapadas. Ya empezaron a surgir inicios de cercanías, por algunas prendas de vestir. Hay conciencia sobre las probabilidades limitadas de sobrevivida luego de semejante colapso, pero la esperanza no se pierde y se refuerza ante algunos detalles. Como cuando se comenta que la acumulación de escombros de los pisos superiores había formadas unas pocas “cámaras” que podrían replicarse más abajo. “De todos modos, está complicado porque hay un alto nivel de compactación”, concluyó una fuente.